miércoles, 10 de marzo de 2010

TU MALA CANALLADA 48




Jarabe de lenguado II


Por Eloy Jáuregui


¿Y quién se expresa mejor, un delincuente, un magistrado o un congresista? Desconozco mayormente, como dicen en la comisaría.


Hoy se escribe como se habla y no como se piensa. Y se piensa con imagines y no con ideas. El otro día, Alonso Cueto reproducía un texto de un joven que respondía una invitación y que había recuperado del Facebook: “Ta q’ no puedo, weon, tengo q’ estar en mi jato pa ayudar a la vieja con unas waas”. Y en el Quirolo, una joven poeta me respondió: “Está pajísima pero muy carioca”. Se refería a los 120 Euros que cuesta la “Nueva gramática de la lengua española” preparada por la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española. Cierto. Un huevo de plata como diría, Zelada.

Y es verdad que necesitábamos urgente esta nueva gramática. Hoy que nos comprendemos –y queremos—menos. Ya don Luis Jaime Cisneros celebraba su aparición en su columna dominical en este diario: “Y es que, si nos hemos de preocupar de la ‘comunicación’, debemos prestar atención a ese instrumento arquitectónico y a la vez melódico con el que aseguramos la ‘construcción’ de lo que decimos. Eso explicará el campo extraordinario que han adquirido los temas de sintaxis. La construcción es ahora lo importante, porque es la que asegura la verdadera fisonomía de la frase; y al asegurarla, robustece la significación”. Siempre atinado y justo el maestro. Y es que una gramática no es más que eso: fijar y ordenar las expresiones. ¿Y quién se expresa mejor, un delincuente, un magistrado o un congresista? Desconozco mayormente, como dicen en la comisaría.

Dos factores enturbian y ofuscan el habla y la escritura. La anemia de cultura y la sobreabundancia de información en Internet. Paradojas de la Era del Conocimiento. Un parlamentario no usa más de 400 términos de nuestra idioma cuando éste tiene más de 87 mil. Un poco más que un cobrador de combi, con el perdón de éste. Y en las ‘redes sociales’ ya se olvidaron de las vocales. Lo escribo porque soy ‘twittero’ y ‘facebucero’. Aquí detecto el problema que denuncian los autores de “Derribando muros. Periodismo 3.0. Oferta y demanda de comunicación en el Perú de hoy”, Miro Quesada, Biondi y Zapata. Es decir, la imperiosa necesidad de desahuevarnos respecto a los efectos de la tecnología electrónica sobre el cerebro, nuestras formas de interacción, nuestro modo de ser y hacer, nuestras instituciones sociales y valores.

Uno que enseña Expresión Escrita y forma comunicadores en la universidad tiene que bregar con el argot de la red y el achoramiento del que le falta literatura en la sangre. Un alumno respondió que la última novela que había leído era “La ciudad y los perros hambrientos”. Pendejo. Fundió a Vargas Llosa y Ciro Alegría en un solo libro. La culpa no es de él. Es la escuela, el hogar, los noticieros de Canal 4. Yo decía que en el Perú cada vez se escriben más libros de poesía pero olvidé decir que cada día se lee menos buena literatura.

El imaginario de mi país tiene su ecografía en su escritura. Un joven que antes de ir al colegio se queda pegado a las portadas en un quiosco de periódicos ya se enmierdó. Ya no abstrae, conceptúa ni simboliza. Se achora. El júbilo y la sensualidad del ciudadano nace de una poética comunicacional. La ira del mensaje público envilece. Modestamente escribo para querernos más. Pero no puedo con la gramática “Magaly Medina”.