miércoles, 25 de junio de 2008

BUENO BONITO Y BARATO II


EL MISTIC MARKET: VISA PARA EL CIELO [*]


Un ensayo de Eloy Jáuregui

Ocho de los pabellones céntricos de las galería “El Hueco” se dedican a vender los asuntos de Dios. DVDs, casetes, polos, cancioneros, Biblias, afiches y otras chucherías de la fe conforman la oferta de uno de los mistic market más grandes del Perú. Existen productos de marca, otros piratas y algunos con sello de sello “chancho”. Los vendedores y compradores mantienen un pacto secreto. Son serios al cobrar y mucho más al pagar. Un cálculo de la administración asegura que más de 500 mil Nuevos Soles se mueven al mes en esta parte del cielo limeño en el sótano.


Para comprender este emporio del credo y el marketing de lo sublime divino debe uno leer antes “Estilos de Vida en el Perú” y “Ciudad de los Reyes, de los Chávez, los Quispe” de Rolando Arellano. Antiguo y Nuevo Testamento del mercadeo formal e informal peruanos. No se puede explicar de otra manera por qué Dios es peruano. No se puede entender de otra forma cómo en la capital del Perú los que construyen el imaginario social han convertido a Sarita Colonia en la rival de Santa Rosa de Lima y al malogrado Chacalón en el antagonista de San Martín de Porres.


Dr. Rolando Arellano

En el capitulo 9: “Bailando con los muertos: El mercado del espíritu” de su libro “Bueno Bonito y Barato, ensayos cortos sobre el mercado y usted”, Rolando Arellano se acerca otra vez al cielo del mercadeo como filosofía del existir. Su máxima, “dime qué compras y te diré quién eres” se vuelve a patentar como forma de “lo real”. Dios es el economista menos estudiado en el planeta. Sólo un enfoque como el de Arellano Cueva lo hace hombre de carne y hueso y además habitante limeño con dejo y argot de esquina o cerro.

Cómo hace Arellano Cueva para identificar el numen –esa inspiración de nuestro artista del mercado—nacional. Tiene un laboratorio fijo e itinerante –real y virtual—donde aplica una ecografía al consumo de los de a pie. Investiga, identifica y articula un plano holístico e integral. Nadie es así por que sí. Sólo somos los que existimos cuando nos metemos la mano al bolsillo. Ese Martín Barbero o García Canclini que lo habitan lo han convertido en un Diógenes con reflector en las plúmbeas calles de Lima. Las de Barrios Altos y de Ventanilla. Las de Ceres y el balneario de Asia –que es palabra quechua y tilda a los lugares que apestan--, las de La Molina y Surquillo.




Así, se tira abajo el libro occidental de la mercadotecnia científica. Así elabora un enfoque del nuevo catastro de seducción y sensualidad que hierve en el espíritu del nacional integrado. Ese que se trenza entre la economía formal, informal y delictiva como señalaría un último estudio de Francisco Durand entre empresarios y quijotes. De esta manera y no de otra, el último libro de Arellano Cueva inaugura un ojo preventivo y redentor. Aquel que observa la ciudad desde la entraña misma de sus contradicciones y a partir de una columna que aparece en El Comercio todos los viernes santos que son los días de las compras adivinadas por la divinidad del emprendedor milagroso.


No es un juego de palabras es un jugo de rana para entender al Perú desde sus capachos. Esa impresión tuve con Rolando Arellano cuando en 1996 lo entreviste para el programa Panorama de Canal 5. Él estaba terminado su Estilos de Vida en el Perú y había clasificado a los peruanos en 9 plataformas. Hoy sólo son 6. Y Lima es 5. Y Arellano Cueva es único porque no suelo conversar con economistas ni mucho menos. Con el autor de BBB sí porque entiende que eso de la productividad y rentabilidad está más en la poesía del ahorro y la inversión que en los números serios del maestro Baldor.

Por eso cuando me pide que presente este novela capítulo de su libro y que tiene que ver con mi pecado de acercarme a los asuntos divinos sólo para ser perdonado en la escritura, no puedo más que solazarme en este nuevo hallazgo de Rolando Arellano quien como Virgilio, me hace pasear por el cielo, purgatorio e infierno de este país y su divina comida del alma. Entonces me encuentro con la Rosa de fama internacional, con la fe que mueve montañas de turistas, con que todo problema es una oportunidad. Y me instala entre el consumo y el amor y me hace preguntar qué celebramos, la resurrección de Jesús o su muerte? ¿Y en Navida, el hijo de Dios o el panetón? ¡Y para qué diablos le sirve un feriado a los empresarios? ¡Y Papa Noel, luce los colores patrios o los de la Coca Cola? ¿Y por qué no cantamos el himno cuando nos empujamos un rocoto relleno llorando de patriotismo picante? ¿Y por qué los católicos no tomamos el cine Orrantia y lo convertimos en un salsodromo?

Digo finalmente que este libro no es para leer. Es para vivirlo a dentelladas. Para entender que en el Perú se cocina una pachamanca descomunal entre el ingenio y la corrupción de garrapata. Porque Lima necesita del ojo periodista de Rolando Arellano para comprender que heredamos una catástrofe y que sólo con textos lúcidos de un estudioso del mercado como él, haremos de la dicotomía del símbolo y el diávolo un, una Lima para leerla a diario porque cada vez es otra y sólo su escritura le hace un retrato sin contrato



* Ensayo escrito para el libro Bueno Bonito y Barato (Tomo II) de Rolando Arellano. Sección 9. "Bailando con los muertos. El mercado del espíritu".